Nom/Cognoms Nieves Donate Tébar
Títol  Nieves Donate, la del Quiosco
Data de naixement Diumenge 16 d’abril de 1933
Temàtiques veïnat, dona, comerç
Data i lloc de l’entrevista  Dimecres 21 de juny de 2023, casa de l’entrevistada
Equip entrevistador  Etnopèdia (Laura Yustas, Nelo Vilar)
Data publicació Natzaretpèdia Dijous 6 de juliol de 2023
Enllaç https://youtu.be/WhEiJChV1hk
Extracte  https://youtu.be/jhoDZbDSI3E
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Nieves Donate, ‘la del Quisco’, ens rep en sa casa del barri amb molta simpatia i una lucidesa i bona memòria que ens fa difícil creure que tinga ja noranta anys complits. Nieves arribà a València des de Navas de Jorquera, un poblet d’Albacete, sent molt joveneta. Tenia família al barri i estigué per ací fins que trobà faena servint en una casa benestant de Russafa. Després tornà al barri ja casada amb Pascual Teodoro Peleguer, veí ben conegut pel seu molt visible treball al quiosc familiar que ja havia regentat sa mare i perquè ens paraules de Nieves “no tenía vergüenza para nada” i es s’implicava en moltes coses. Entre altres, en el procés de lluita per la legalització de terrenys que afectava a la seua casa i a altres moltes del barri.

Arreplegar en esta entrevista una part de la immensa memòria de Nieves als seus noranta anys és recuperar un poquet de la història dels i les “nouvingudes de tota la vida”, aquells/es que arribaren fa tant de temps al barri que pareix mentida que no hagen nascut ací. D’altra banda, és rescatar un poquet de la història del negoci familiar de la família de Pascual, del que ha format part Nieves durant tota una vida. És aproximar-se al passat del comerç, a com han afectat a les persones els canvis urbanístics i la transformació del barri, la qualitat de vida, etcètera. I, a més a més, és recuperar un poquet de la història específica de les dones, de com han compatibilitzat la criança amb el treball als negocis familiars i com han patit en la seua jubilació per qüestions com l’absència de cotització.Amb Nieves tenim un testimoni privilegiat per l’edat, per la memòria i també per la generositat amb la que ha compartit amb nosaltres un matí tan agradable, un veritable regal per a nosaltres i per al barri. La història dels barris és també esta: la de com afecten els canvis a les veïnes i veïns, com els interpreten, com els recorden, com han adaptat les seues vides al seu context i com s’han relacionat amb el veïnat.

Amb Nieves tenim un testimoni privilegiat per l’edat, per la memòria i també per la generositat amb la que ha compartit amb nosaltres un matí tan agradable, un veritable regal per a nosaltres i per al barri. La història dels barris és també esta: la de com afecten els canvis a les veïnes i veïns, com els interpreten, com els recorden, com han adaptat les seues vides al seu context i com s’han relacionat amb el veïnat.

Incloem l’entrevista a Pascual, podeu llegir-la en la columna esquerra (versió ordinador) o després de la transcripció (versió mòbil).

Sinopsi

Nieves Donate Tébar (1933) ens parla de la seua experiència vital, de com arribà al barri, del treball dels seus primers anys, de la tornada al barri després de casar-se i de com era la seua faena a la paraeta (o al quiosc), de les relacions amb el veïnat, de com han canviat el barri i el comerç, entre altres moltes coses.

Transcripció

Pues Nieves, muchísimas gracias. Bueno, usted sí que está acostumbrada a estar con gente, a hablar y… imagínese.

Sí, sí, sí.

Lleva toda la vida de cara al público.

Toda la vida. Me casé entonces trabajaba mi marido en una fábrica, pero luego la fábrica fue a menos, o no sé qué pasó. Total, que nos quedamos que tenía el quiosco, lo tenía mi suegra. Mi suegra ya era mayor.

Eso lo explica su marido en la entrevista [Periòdic Natzaret, n. 44, p. 2], sí, claro.

Era mayor y cogimos el quiosco nosotros, que estaba… al lado de la farmacia donde está ahora, entonces estaba don Fernando, allí había un trocito y allí estaba un quiosco muy chiquitillo, aquello valía poco. Y luego nos trasladamos allí al lado de la carnicería que hay. Allí estuvimos… pues siete o ocho años estuvimos ahí. Luego ése lo quitaron, como era de madera decía que lo querían quitar, porque era de madera y nos fuimos a una planta baja a Manuel Andrés y allí terminamos la jubilación.

Ya vale ya, sí, sí.

Así es que… Y el barrio, pues yo lo he conocido… Aquí, ha sido… a lo primero no, a lo primero cuando yo me casé, ahí hay poquitas casas. [Ahora] Esta calle es buenísima, no… tranquilidad y no hay lío ninguno, aquí no hay lío ninguno, nada. Aquí se vive muy bien, en este lado por lo menos se vive muy bien, sí. Y había muchas junqueras ahí al lado, a donde está ahora la el Centro de Salud y lo del fútbol y todo eso había muchas junqueras, todo eso era junqueras.

Había solares…

Sí, sí, sí, todo era solar y muchas junqueras. Pero ahora lo han dejado de maravilla. Ahora con estar ahí, la biblioteca y el Centro de salud, que lo tengo aquí al lado. Es que es una maravilla, el centro que tenemos.

Sí, ya lo creo muy buena gente muy preparada y vamos, viven para el barrio.

Sí, sí, sí, sí. Sí, y te atienden muy bien, muy bien, muy bien, no tienes problemas con ninguno.

¿Usted cómo se llama?

Nieves Donate Tébar.

Yo conozco “Doñate”.

No, Doñate me ponen en muchos sitios, me lo ponen, a donde voy… y tengo que decir con ene, no con eñe. Y me ponen así, pero soy Donate.

Usted no es nacida en Nazaret.

No, yo soy nacida en Albacete, bueno, un pueblo que se llama Navas de Jorquera. Es muy pequeñito. Antes era muy humilde porque era toda gente trabajadora, ahora hay muchas de estos de champiñón y setas, muchos.

Ah, hay industria. Ay, qué curioso, qué curioso…

Muchas, muchas, muchas. Y antes era todo del campo, todo del campo. Porque yo del campo he ido con mis padres a vendimiar, a segar, a coger cebolla de esa del azafrán. A todo, a todo. Y yo ya dije una vez a mi madre, yo no quiero más campo, yo me voy a Valencia, y me vine a Valencia. Y estuve en una casa que… la primera que entré y salí de ahí de novia. Estuve ocho años, ahí en esa casa, y salí de novia. Y estando después de casá, todos los días iba a trabajar, aún iba a trabajar allí.

Sería casi familia, madre mía.

Sí. Uy, allí… Mira, la nena pequeña cuando yo entré tenía… pues a lo mejor un añito o menos, tenía tres hijas, y ella quería acostarse conmigo, ella no quería acostarse en la cuna ni… en la cama, ella quería con Nieves. “Yo me acuesto con Nieves, mamá”. Y con Nieves. Y fui yo la que la crie, a la nena ésa la crie yo.

Claro, ya me imagino.

Y hemos tenido hasta ahora ya mucha… Por ahora ya no sé nada de ellos. Porque hay dos que han faltado. Pero la otra, no sé, ya… tengo el teléfono, pero como los teléfonos ahora ya cambian y todo eso ya no sé. Pero yo he estado muy contenta en esa casa.

Claro, claro.

Mucho. Y de lo demás, pues qué le voy a decir, el barrio por aquí muy bien, vas por los sitios y está todo muy bien, es como antes, está todo muy bien.

Usted llegó al barrio para casarse ya con su marido.

Sí, yo llegué al barrio sirviendo y luego conocí a mi marido aquí.

Ah, ¿pero el servir aquí también en Nazaret? ¿Servir aquí en Nazaret también?

No, no, no. Yo servir en Valencia, en la calle Ruzafa, en General Prim, número 9. Mira si me acuerdo. Es que, gracias a Dios, la cabeza la tengo muy bien que me acuerdo de todo, de todo.

Yo le pondría diez, doce…

Y yo me vine aquí…

… o quince años menos.

Me vine aquí porque tenía mis tíos ahí detrás que había, entonces había muchas casitas ahí [5 min.]. Y ahí estaba un hermano de mi padre y una hermana, y yo me vine aquí a los ocho días de estar aquí ya me puse a servir. Y ya le digo, estuve ocho años en esa casa. Así que… y de lo demás, pues todo muy bien. Yo me llevo bien con toda la gente, no he reñido nunca con nadie, ni mi marido tampoco, ha sido un hombre que se ha llevado bien con todo el mundo, sobre estar delante del público y todo. Él muy, muy contento siempre.

Muy simpático…

Sí, él era muy tratable con toda la gente. Yo aún veo a algunos chiquillos y yo digo, éste… lo quiero conocer y no sé, y ellos mismos me dicen “mira, la señora de Pascual”, la señora de Pascual. Y a lo mejor hace tiempo que no los he visto, pero aún me conocen. Y cuando salgo con la chica veo mucha gente que hace ya tiempo… porque antes, cuando podía yo bajar sola y andar sola por aquí, yo me iba, daba muchas vueltas por ahí. Pero ahora si no salgo con ella, yo no puedo. Ya voy más segura agarrá y con mi garrotillo y todo. Y ya te digo, yo muy bien con toda la gente y cuando veo así alguien “ay, Nieves, el tiempo que hace que no te he visto”. Ayer no, ayer no salí, pero anteayer que salimos vi a dos personas que hacía de tiempo que no las había visto, que para qué, no las había visto.

Esto es un pueblo realmente son 6000 y pico habitantes, se conocen.

Sí, sí, sí. Se conoce, toda la gente se conoce. Yo de las personas así… mayores, yo las conozco a todas y… a todas, pero claro, la gente joven va creciendo y va eso y ya no es igual. Ya no es igual, no.

Es ley de vida. ¿Y qué año llegó a Valencia? ¿Se acuerda más o menos?

Pues me vine con diecisiete años.

Diecisiete años, eso es el año 50.

Yo no me acuerdo, eso sí que no te lo puedo decir porque no lo sé.

Entonces estaba usted aquí cuando la riada…

Cuando la riada me pilló aquí. Aquí no.

En Ruzafa.

Estaba sirviendo. Cuando la riada estaba aquí.

Bueno, a Ruzafa llegaría menos que aquí, claro que está más alta.

Que me acuerdo… ya era novia de mi marido, y me acuerdo que, cuando paró la tormenta, salimos una de las chiquillas y yo por allí por la Gran Vía y veías por allí las cajas de galletas y todo. Y cuando vinimos aquí, que mi cuñada era la que vivía allí enfrente, que ya ha faltado y el hermano de mi marido, también era… Y nos trajeron aquí y nos tuvieron que traer así a coscoleta, porque por el… Y había de barro por aquí… La casa de abajo, donde vive mi sobrina ahora, llegaba el agua más arriba del armario. Donde vivía mi cuñá. Aquello fue un… Y ahora desde que han arreglado el río, pues mira que llueve algunas veces, llueve. Y nada, nada, aquí no… Enseguida hay unos desagües de maravilla, que tragan muchísimo. Sí.

Sí, porque antes era cada dos por tres.

No, estaba también la calle, que era… pasaban los carros y era todo de barro y de piedra, pero ahora está toda muy bien, muy bien. Ahora está el asfaltado… las aceras son de otra manera… muy bien, muy bien. Así es que…

A ver que tengo por aquí, apuntado. Bueno, claro, ustedes tenían un quiosco, prensa…

Yo tenía de todo.

Ya me imagino. Tabacos…

Tabaco, tenía la prensa, tenía revistas, guardaba muchísimas revistas, de esas encuadernables, pero a última hora ya no… ya no se guardaban tanto, la cosa estaba un poquillo más floja, pero yo cuando estábamos en el quiosco ese pequeñito, teníamos muchísimo de todo, de todo. Bueno, de… yo de bebida y eso no. Pero teníamos hasta un ese de helados. Lo metíamos dentro, allí como podíamos y por el día afuera. Y tenía de todo, tenía tabaco, tenía revistas, tenía muchas chucherías, de todas, cositas de éstas de vender de los críos. Luego llegaban fallas y tenía mucho de esto, de petardos y todo eso mucho. Uh, madre mía, tenía mucho de eso. Teníamos, sí.

Era el quiosco del barrio, vamos. Ahí iba todo el barrio.

No, entonces no estaba más que ése [10 min.].

Claro, claro, todo el pueblo ahí.

No estaba más que Pascual. En ese quiosco no estaba más que él. Luego sí, luego pusieron otro así pa allá pa la Punta.

Bueno, ustedes los horarios de trabajo. Serían todos los días de la semana.

¡Buuh! Cuanto más fiesta era más faena. Yo no he tenido domingos ni sábados, ni lunes ni nada. No teníamos más que Viernes Santo, que no había prensa y… ¿qué día era el otro?

Pues Navidad o… El 25 no había prensa.

Pues sería Navidad o el día de Año Nuevo.

Claro, el día de Año Nuevo no había prensa.

Había dos días al año que no había prensa. Los demás días mi marido se iba al puerto a por ella, que entonces la guardaban allí en el puerto y estaban ahí… donde la repartían y yo me iba con él, me quedaba en el quiosco y él traía la prensa. Luego estaba allí y él se iba a repartirla, que él llevaba una motocicleta y se iba a repartirla hasta la playa, que entonces la playa estaba… que había de chiringuitos, de merenderos, de todo mucho, mucho. Y él se iba todos los días a llevarla allí a la playa, todos los días.

Claro, ni vacaciones ni nada, entonces no se llevaba.

Y eso, y luego yo me venía pues a… Y a lo mejor me decía “no te vayas, que hoy tengo que ir, que me falta esto, me falta lo otro”. Me tenía que quedar. Si faltaba una revista, se iba a por ella, si faltaba alguna cosa de otra cosa que eso, se iba a DISVA o a… no me acuerdo cómo se llamaba la otra… No me acuerdo, porque a lo mejor lo digo y lo miento, no lo sé. Se iba a por lo que necesitaba. Lo que fuera que necesitaba, que le hacía falta, porque como había de todo, pues muchas veces se quedaba sin nada y tenía que ir a por ellos, y yo me tenía que quedar allí. Así es que… Yo digo, mira y he criado mis dos hijas… Muy bien.

Había tiempo para todo.

Mi mayor ha estado mucho ayudándome allí en el quiosco. Mi mayor sí, porque… la pequeña no, porque la tuve ocho años después y… pero la mayor se ha tirado muchas… le ha ayudado a su padre y a mí también. Mucho, mucho. Se puso… de muy pequeña ya la tenía allí su padre enseñándola, y ya estaba mucho allí con él, sí. En el quiosco que teníamos al lado de la carnicería, en el otro lado no. Cuando estábamos en la planta baja, no, ya éramos nosotros solos. Y allí pues teníamos también de todo. Lo mismo: las revistas, todas las chucherías que… y todas las cosas de jugar los críos, la pelota que entonces se llevaba Ésas así de la goma, el yoyó… el eso de la cuerda… la trompa. ¡Madre mía! No ha ido mi marido veces a Valencia a traer que le faltaban. ¡Madre mía de mi vida!

Aquí en el barrio, había mucho trabajo de mujeres, trabajo sumergido, trabajo que no cotizaban. Había mujeres que hacían chaquetas…

Sí, había una fábrica de… ¿de qué era? No me acuerdo. Sí, hacían chaquetas, había ponían cremalleras y había muchas cosas de ésas. Había muchas modistillas también, te cortaban un vestido, te cortaban esto, te lo probaban y tú lo hacías. Yo lo he hecho.

¿Usted también ha cosido?

Yo lo he hecho, entonces no, yo… había aquí una chica que yo he tenido mucha amistad con ella. Bueno, ahora ya no… Era modista y tú le dabas y llevabas una tela, te la cortaba y tú te la ésa. Tú ibas con… a mí o con mi hija, se lo probaban y yo he cosido muchas cosas a mis hijas. He cosido mucho.

Claro porque entonces no estaba la cosa como ahora, o sea, no estaba la ropa hecha. Tenías que ir, te tenían que medir…

No, tenías que…

Llevar la tela o ver la tela…

Yo a mi hija, a la mayor, casi te voy a decir que le he cosido casi siempre todo lo que llevaba, me lo cortaba mi suegra, ¿eh?, que mi suegra era también que sabía coser mucho, y me lo cortaba y yo se lo cosía.

Y tenían tiempo para todo.

Y tenía tiempo para todo. Sí. He trabajado mucho, pero yo digo, mira, he tenido muchos años también para descansar, así que mi marido se jubiló pues ya… luego ya él faltó. El día 28 de abril, hizo ya dieciocho años que falta, dieciocho años.

Y trabajando en casa, ¿una persona como usted, cotizaba?

Yo no, él sí. Yo no cotizaba.

Es lo que solía pasar, que mujeres que trabajaban muchísimo, muchísimo…

Eso, eso, y no cotizaba. Él sí, pero yo no. Yo no he cotizado [15 min.].

Solía pasar, mi madre…

No, no, no era la primera yo. Trabajaba el marido, a lo mejor trabajabas tú, pero no… Yo no he cotizado nunca. Ni donde he estado sirviendo tampoco me han… Luego se fue mi marido un año, se fue con sus tres hermanos a Alemania, y estuvo en Alemania un año. Vino, con lo que trajo nos arreglamos el piso que entonces vivíamos abajo, nos hicimos la obra del piso. Luego… pues que tenía… la hija mayor tenía, no llegaba a cuatro años y nos fuimos los dos a Francia, estuvimos un año en Francia. Y mi hija se la mandé al pueblo con mis padres y estaba con mis padres. Estaba… mi hermana, entonces estaba allí, y estaba con ellos. Eso muchas… la han tenía muchas temporadas, a mi mayor muchas temporadas la han tenido mis padres.

Bueno, es bonito también estar en el pueblo y…

Es un pueblo… No es muy grande, pero es muy tranquilo. Ahora en verano ahí todas las casas las han arreglado ahora, yo tengo allí una casa de mis padres que me la quedé yo y está muy arreglada, está muy bien. Y arreglan todas las casas y están todas las casas arregladas y está todo muy bien ahora.

Usted mantiene relación con el pueblo entonces.

Sí, ¡uy, cuando voy yo allí! Y voy para allá y para acá “Uy, Nieves, Nieves”. Pues sí.

Ay, qué maravilla.

Sí.

Sí, hombre, es una riqueza, ya lo creo.

Y en el pueblo también toda la gente se conoce y toda la gente… Y más que va mucha gente que está fuera, tienen la casa y están fuera y ahora en verano van allí y están allí los tres meses de verano. Por lo menos la familia, el marido a lo mejor no porque tiene que trabajar hasta que no le den las vacaciones, pero ellos sí. Nosotros nos íbamos, cuando ya estaba mi marido jubilado, lo primero nos íbamos, pues a lo mejor en junio o antes, y nos veníamos víspera de Navidad. Y estábamos allí tan a gusto. Una casa muy fresquita. Muy fresquita, muy fresquita, es muy fresquita.

Claro, será una casa antigua me imagino, ¿no?

Antigua… lo de abajo es todo antiguo, pero lo que me dice arriba, que era cuando tenía mi padre la cámara, la paja y todo aquello que tenían para… Todo aquello me lo he hecho nuevo, me lo hice nuevo.

Claro, claro. Lo de las casas antiguas lo decía yo porque tenían muchas condiciones, eran frescas… No es como ahora que…

Frescas porque es que tienen unos tabiques que son así de anchos como eso. Yo lo que tengo de planta baja, unos tabiques que tienen un… allí no entrará ni el sol, ni el aire ni nada. Es una cosa…

Hemos encontrado cositas, por ejemplo, en el diario Natzaret, de su marido, pues con la asociación de vecinos, o sea que también participaba en cositas.

Sí, sí, sí, sí. Él era un hombre que no tenía vergüenza para nada, yo soy más más retraída para mí, yo soy más vergonzosa, pero él… estábamos de viaje en algún lado, que nos íbamos de viaje los dos cuando hacían, y llegaba que cualquier cosa… el primero que salía era él. Él. No tenía eso a nada. En todo, y en aquí, en la asociación de vecinos igual.

Sí, sí, sí, sí, sí. Sí, sí, sí, lo hemos visto, hay cositas suyas por ahí escritas, en algún video aparece[1] también.

Sí, delante de donde están los jubilados ahora, bueno, en toda esa replaceta también hay una entrevista que le hicieron. Esa también estaba por ahí por un periódico. Él es que era muy… Muy eso con toda la gente.

Sí, eso hemos leído también. Y mucha paciencia porque claro, muchos niños que iba allí a lo mejor con una peseta…

¡Uh, madre mía! [risses]. Entonces el chiclet valía a lo mejor… nada, y había muchas cositas, pues eso, como tú dices, la peseta. Lo hemos pasado muy bien, allí lo hemos pasado muy bien los dos.

Yo me acuerdo de que me daban un duro de paga en domingo y eso me lo tenía que distribuir…

Y los viajes que hemos hecho, pues también muy contentos. Hemos hecho bastante viajes, no es que han sido muchos, pero después de jubilarse hemos hecho algún viaje que otro, también por ahí.

Yo creo que su marido contaba algo de la legalización [de terrenos] porque aquí las casas eran de la de la gente, pero el terreno era de Costas.

El terreno no era… [20 min.] Aquí estuvimos una temporada que lo vimos muy mal porque decían que nos iban a tirar. Sí, sí, sí, sí que nos tiraban, que todo esto iba fuera. Luego ya el terreno ya lo tenemos todo en orden, todo, y yo tengo mis papeles de todo, de todo. Aquí toda la que tiene su casa lo tiene todo bien hecho. Sí, todo bien hecho.

Se movió mucho la gente también para exigir…

Pues sí.

(…) Dice “¿tú sabes lo bien que se aparca aquí?”

Pues no damos vueltas nosotros [risses].

Vete al centro o vete a otra calle cualquiera… Y no puedes aparcar en ningún sitio.

Y además ahora que no está la fábrica de Arlesa ni nada… Pues una maravilla. Porque eso también supongo que sería…

Ay, Arlesa, la que hemos pasado con Arlesa. Madre mía, no lo sabe nadie. No lo sabe nadie, el ruido que hacía que… en verano tienes que tener la ventana abierta. Y el humo… El humo negro que caía, como cuando cae de una chimenea pavisas negras… te entraba por todos sitios. Y humo muchísimo, mucho. Y yo digo, mira desde que la han quitado, por lo menos ha descansado uno. Han hecho ahí un patinaje de ésos que… así pa arriba y pa abajo. Vienen las bicicletas, vienen los patines, vienen… y vienen muchos porque también hay… Al lado hay muchos caminos que dan la vuelta, pues vienen algunos equipos de bicicletas, allá… Por lo menos, dirán, por lo menos aquí hacemos deporte y no tenemos peligro con ningún coche. Ahí hay muchos caminos muy bien. Eso está muy bien muy bien. Pues ahora ya estará abierto, lo tienen abierto lo menos hasta las nueve de la noche. Y los domingos… Sí, pues está muy bien, muy bien. Sí, está muy bien, muy bien.

(…) Y eso, y me decía la chica, ¿cómo cose tan bien y cómo lo termina todo tan bien?

¿Y cómo aprendió usted a…?

Yo es que… he aprendido mucho de mi madre, también. Mi madre, también he aprendido mucho. A coser, a remendar, que entonces se remendaba… no como ahora que una miaja y lo tiras y te compras otro. Entonces no había tanto y se remendaba mucho.

Todo se remendaba, los calcetines…

Uy, madre mía, los calcetines y todo.

Con el huevo de…

[Risses] También tengo por ahí el huevo de los calcetines. Y eso, y me decían “¿cómo cose usted tan bien?”. En el pueblo me cortó una chica, un vestido para mi Nieves, para mi mayor y eso, y me dice “Nieves, hay que ver lo bien que coses”. Yo me gusta sobrehilarlo todo bien… me gusta. Me gusta hacerlo bien hecho.

(…) Pues sí que me acuerdo de la guerra. Me acuerdo cuando iba… pasaban los camiones por allí por delante de donde vivíamos, de mi calle. Era la Pasionaria. Iba con los… en los camiones que iban muchísimos hombres. Yo entonces era pequeña, pero yo me acuerdo: que pasaba por allí el camión y yo no me acuerdo qué cantaban ni qué decían ni eso. Y la Pasionaria ésa iba en el camión, yo me acuerdo.

Ostras, usted tendría cinco o seis años.

Pues ya no me acuerdo [de la edad], pero era muy pequeña, pero me acuerdo, me acuerdo.

Usted es nacida en el año 33.

Exacto, en el año 33.

Madre mía, usted tendría… pues eso tendría cuatro años.

Yo no me acuerdo que… pero yo me acuerdo como… como si fuera ahora cuando pasaban los camiones por allí, y me acuerdo también cuando… Cuando no sé los que eran ni los que no eran porque como yo era tan pequeña no entendía de eso, pero estábamos a donde trabajaba mi padre, que es en una placeta de la iglesia. Y no sé si lo puedo decir… Cuando sacaban los Santos ahí en medio y les pegaban fuego, y nosotros por una ventana lo veíamos. Eso pasó, bueno. Y cuando se llevaron a siete que los mataron, a siete. Los mataron en una carretera y luego dejaron allí siete pinos a donde los mataron, eso también me acuerdo yo.

Es mucho para un pueblo pequeño, vamos.

Cómo los sacaban de su casa y se los llevaban. Eso también me acuerdo yo [25 min.].

¿Y eran sacerdotes o era gente simplemente de derechas?

Yo no sé. Uno tenía tienda, otros tenían también y a todos se los llevaban cara adelante.

En la guerra no llegaron a bombardear su pueblo.

En Albacete sí, en mi pueblo no, allí no llegó, en el en el pueblo no llegó. Pero se oían los aparatos y todo ese rollo que llegan… Pero yo me acuerdo de todo eso me acuerdo. Me acuerdo mucho de cuando entraban, eso, lo que digo, los camiones con mucha gente y la mujer ésa que iba… la Pasionaria. Me acuerdo yo, que iba esa mujer. Mira si era… yo no sé, pues sería pequeñilla.

Pues el año 36 empezó la guerra, tenía usted tres años.

Pues tres años o cuatro tendría.

Hasta el 39 ya eran seis añitos, pero es una niña, ¿eh? Pequeña, sí, sí.

Y me acuerdo de todo, de todo. Cuando eso.

Y del estraperlo…

También había.

También había estraperlo.

¡Uf! [risas] También había, también había. También había estraperlo.

Claro, claro, esconderían… bueno, para uso… para comer en casa. Trigo, me imagino…

De todo. Allí se llevaban todo lo que podían. Y eso, unos años muy malos, que la gente obrera pues lo pasaba un poco mal. Tenías que ir a la tienda a… luego lo pagabas, tenías que ir al horno y te daban el pan y luego lo pagabas. Era lo que lo que había entonces.

En fin, malos tiempos.

Sí, aquellos tiempos eran muy malos, mucho.

¿Y el puerto sigue molestando?

Yo algunas veces, porque es que por la mañana me despierto muy pronto y tengo una radiete y me lo pongo. Y hay veces que… me entero de todo, de eso, y hay veces que oigo que dice que van a hacer no sé qué en el puerto y hay alguna que otra vecina que dice “pues eso va a perjudicar a Nazaret”. No sé yo qué es lo que están haciendo o lo que quieren hacer, no sé.

Quieren ampliarlo, ahora por el norte. Pero lo que lo que va a pasar es que aquí no, porque ya no hay playa, pero todas esas playas de aquí abajo van a desaparecer todas.

¡Con la playa que teníamos nosotros aquí, madre mía! Era la mejor playa que había en Valencia, la mejor playa y no te puedo dar idea cómo venían los tranvías. A tope. Y luego pasaron a los autobuses, igual. Mucha gente, mucha, mucha. Yo tengo fotos, que entonces había una acequia por aquí y llegaba a la playa, y yo tengo fotos con mi sobrina la de abajo y mi hija la mayor ahí en la playa, con ellas las dos chiquillas, chiquitillas. Ahí. Es que teníamos ahí mismo la playa, cruzábamos y estaba ahí… Y te ponías ahí de lo más bien.

Eso no lo tiene todo el mundo.

No, no, no lo tiene todo el mundo, y ahora no, será que es que… ahora no ves playa por aquí. A lo mejor, yo cuando estaba mejor, íbamos para allá para para Benimar y todo aquello, porque entonces lo conocías bien, pero ahora yo digo… si es que no queda nada de lo de antes. No ves la playa, no ves la playa. Para ver la playa tienes que irte a la Malvarrosa. Allí a la Malvarrosa.

Sí, o al otro lado del río nuevo…

Pero aquí no, y teníamos una playa buenísima, buena, buena, buena.

Alguna vez nos han hablado como que había una parte de la playa que tenías que pagar para entrar. No, no entiendo muy bien. La parte… no sé muy bien si la de Benimar…

Es que en Benimar, en Benimar tenías que pagar para entrar.

Toda esa parte de la playa, ¿no?

Sí, a ver, vas para allá y a mano izquierda había muchos chiringuitos y todo eso, pero en… para Benimar había que pagar para entrar a la playa.

¿Era todo ese trozo de playa que tenía delante?

No, era todo, pero yo no sé por qué te hacían pagar allí. Yo no he pagado nunca allí, siempre nos íbamos más lejos que entrabas a la playa y no tenías que pagar. Pues ahí en Benimar sí, en Benimar sí que había que pagar. Pero en más palante no, más para adelante ya no… Ya no, no se pagaba. Había muchos merenderos, muchos. ¡Uh, los merenderos que había! Y los chiringuitos, y todo eso… lo de playa, lo de playa. No era tan elegante como hay en la Malvarrosa ahora, que está… todos los restaurantes están… pero había mucho, ahí había mucho.

Claro, una playa buena de Valencia.

Y yo no sé por qué nos la quitaron a la dichosa playa, no sé por qué [30 min.].

Bueno, el puerto va creciendo y quieren crecer más y crecer más… Y alguien habrá que sacará alguna perra.

Pues sí, dicen que había uno que sacó bastante dinero.

Ah, no, no, claro, claro, para eso se hace, para eso lo hacen. Sí, sí. Sí, sí, sí. No piensan en la gente.

Así es que no sé cuál sería. Pues hay que había uno que sacó, se ve… y creo que fue la culpa de él. Según han oído mis oídos. Pero en fin.

Estaba pensando que en algunos sitios nos han hablado de, por ejemplo, cuando alguien tenía una indigestión o… como los niños, sobre todo después de la guerra. Normalmente no avisaban al médico, iban a alguna señora que les curaba la barriga.

[Risses] A mí me ha pasado, a mis hijas les ha pasado también. Había dos mujeres aquí que eso, venían y les tocaban la tripa le echaban aceite y venga y venga, y eso, decían que se ponía mejor. Como no había otra cosa, pues llamábamos a eso. Y había también dos mujeres que pinchaban, venían a casa a pincharte. Entonces no había aquí el consultorio que hay ahora y eso.

Sí, practicantes.

Había uno en los bloques de Katanga que ha estado… que era lo primero que había allí, pues había dos pisos en la planta baja que había médico allí. Pero llamabas a las practicantas, a la señora Dolores y a la señora Montse, y venían y te pinchaban. O ibas tú a su casa y te pinchaba. Así es que… Todo eso sí que había aquí, sí que había.

Y comadronas habría alguna, porque también ¿la gente nacería en sus casas? ¿o no, o en Valencia no? En los pueblos sí que solía haber una comadrona que era la que atendía los partos.

¿En los pueblos?

Pero aquí no lo sé, aquí no sé.

Allí mi madre ha tenido ocho…

¿Y no tenía comadrona?

Y los ha tenido en casa.

¿Y no había una mujer…?

Dos mujeres, su madre y una tía, dos mujeres mayores hacían de comadrona. Eso era antes, allí no iba nadie. Ahora no, ahora van a Albacete, ahora van a Albacete. Yo a mi pequeña la tuve aquí. Porque lo pasé tan mal cuando la mayor en el hospital… que yo dije que la quería tener aquí y vino la comadrona aquí. Y la tuve de lo más bien.

Ah, qué bien, pues claro que sí.

Ahora que si hubiera… pues mira. Pero no, yo la tuve de lo más bien aquí, y con la mayor lo pasé muy mal allí, mucho. Y cuando me quede en estado digo, yo quiero parir en mi casa, si puede ser. Un peligro también.

Estamos volviendo a eso. Claro, están muy controlados, estamos volviendo un poco a eso.

Ahora no, ahora te miran mucho…

Ahora te miran todo, te siguen todo, sí, sí, sí, sí.

Yo digo… mi madre ha tenido, que nos hemos criado cinco. Han sido cinco para arriba. Hasta ahora, que ahora hace poco se murió el último. No, el último no, me queda una hermana y un hermano. Se murió uno, pero que digo: en mi casa, ha criado mi madre a cinco. Y no ha habido tanto eso como ahora hay: que si no toques aquí, que si no toques allí, que si lávate las manos…

A veces con animales en casa.

Habían. En mi casa había: tenía mi padre una burra, tenían un corral que tenían muchísimos conejos, tenían muchas gallinas y tenían un gorrino.

Claro. Imagínese, dentro de casa.

Dentro de casa.

Y no pasaba nada tampoco.

Y lo comías todo tan sano y tan bueno.

Ya lo creo. Desde luego, sabías lo que comías.

Sí, sí. Y que ahora lo comes todo artificial, todo, ya me compres lo que quieras, todo artificial, todo. Pero yo digo, yo me acuerdo que mi madre mataba a un pollo, la mujer lo mataba pues pa fiestas y todo eso. Digo, y es que nada más echando cuatro pedazos hacía un arroz que estaba tan bueno… Y hacía un cocido que estaba tan bueno… [35 min.]Y aquí ya le puedes poner mucho que no te sale…

Ahora los engordan y les hacen mil cosas, y así no tienes…

Pero allí el gorrino era: solamente cebá molida, que le hacía mi madre o yo que estaba allí, si estaba, le hacía una tornaja que decían allí, un amasao y se comía un amasao de miedo. Los conejos tenían cebá por allí, las gallinas cebá o candial.

Claro, claro, candial.

Así es que se criaban los animales tan rebién.

Desde luego, sí, sí.

Pero ahora yo he visto allí en el pueblo que han tenido granjas y he visto cómo a los gorrinos les pinchaban. Para engordarlos. Y a los gorrinos y a todos los animales que…

Claro, eso ya no es carne, eso es una cosa hinchada.

Claro, no es normal, no es normal eso. Venga, preguntadme más a ver [risas].

Yo estaba pensando en cómo era el transporte antes con Valencia porque, o sea, con el resto de Valencia, por ejemplo, cuando estaba en Ruzafa para venir aquí a visitar a sus tíos, ¿tenían tranvía?

En el tranvía, en el tranvía. Entonces estaba el tranvía, el tranvía estuvo muchos, muchos años. Muchos años. En el tranvía, yo venía en el tranvía a ver a mis tíos. Y luego, bueno, no me dio lugar a mucho porque, bueno, yo me casé a los veintiséis años. Estuve cuatro años de novia con mi marido y a los veintiséis me casé. Pero yo venía aquí en el tranvía, a ver a mis tíos, que vivían ahí, a la parte de detrás, ahí donde está la biblioteca y todo eso, había muchas casas y ahí vivía mucha gente. Que luego se fueron, cuando la riada, se fueron a las casitas rosas, les dieron muchas… Les dieron muchas casas, muchos pisos.

-Yo creo que era Pascual, su marido, el que habló con Lizondo, ¿recuerdas eso que leíamos?

-Sí, contaba en un vídeo que hay de la asociación de los 25 años, que se hicieron unas reuniones, salía su marido y hablaba un poco de eso, de la legalización de terrenos y también de cuando Lizondo quería coger el barrio, decía “como una mesa” y moverlo a Molteolivete.

– Trasladarlos a todos. [Risses] Y su marido, que era gracioso…

Oh, es no tenía [vergüenza], es que no tenía eso para nada.

Antes había aquí una casa, que vive allí enfrente, que le llamaban el Clotxinero. Ahí vive la señora Dolores. Ahí tenías ahora durante ya… las cochinadas recién traídas, recién traídas. La sepia, el salmonete, recién traído de la playa. Comías ahí un pescado tan bueno, tan fresquito, por ná. Menudo. Y ahora compras clótxinas, dicen que son clótxinas, pero no son… no están como las que yo compraba a esta mujer, ni mucho menos.

A saber de dónde vienen, claro.

Unas clótxinas… y la sepia, igual.

Claro que era un barrio de pescadores, habría mucho pescador.

Sí, sí, sí, sí, sí.

Con la barca supongo que en la playa…

Mira el, el chico que vive ahí enfrente, ése, su padre era pescador y él iba con él. Juan iba con su padre. Tenían una barca también. Yo me acuerdo esta mujer cuando venía y ya sabías a la hora que venía, ya ibas a comprar ahí el pescado, tan fresco y tan bueno. Luego había otro señor que pasaban por aquí y llevaban pescado, iban con un carrito así largo y iban vendiendo pescado, lo llevaban todo con mucho hielo y salías y comprabas también, era lo que entonces había y salías y lo comprabas.

Claro, entonces había mucha venta ambulante, gente que iba por ahí vendiendo un poco de todo o arreglando lo que fuera.

No… pasaban y llevaban en un carro que llevaba mucho hielo y llevaban, mezclado el pescado. Llevaban de todo un poquito y pasaban por aquí y lo oías como… él voceaba, Manolo se llamaba el hombre, y bajabas y comprabas lo que te apetecía. Y ahí, más pa allá, había otro, el Chato, que también era pescador. Ese hombre también era pescador, él y su hermano también llevaban una barca. También era pescador ese hombre.

La verdad es que ha desaparecido…

No, ahora eso…

Ahora es imposible.

No, eso ya no, ya no hay nada. Ya no hay nada. Eso todo eso ya no, ya no queda nada [40 min.].

En los quioscos antiguos. Claro, no había todavía las gominolas. Y todo esto.

¡Qué va! Sí, gominolas sí que teníamos. Teníamos chicle Bazoka que era grande, ah, y te costaba nada. Teníamos de todo, chicles y de todo. Es que teníamos de todo y gominolas de todas clases. Las varitas aquellas que estaban enliás con azúcar, que era así enroscadillas, es que había de todo.

Claro, el regaliz y todo aquello… Eso es antiguo.

Bolitas de anís. Conguitos. Las bolsitas de los Conguitos, que eran de chocolate. Pues todo, teníamos de todo.

Bueno, supongo que su suegra sí que sería de la época donde lo que había eran cacahuetes, altramuces y todo aquello, pero ustedes eso ya no lo habrán visto.

No, yo cacaos no hemos… Altramuces no hemos tenido, porque eso lo tenías que tener… mi suegra sí que llegó a tener, y cacao.

Claro, es que su suegra será… de bastante atrás, claro.

Sí que tenía, ella sí que tenía de eso. Paquetes de rosas también teníamos. De esos de maíz. También teníamos. Un poquito de cada cosa y así íbamos, íbamos trapichando y íbamos saliendo para adelante un poquito.

Bueno, estaba pensando en los comercios que había en el barrio, en los hornos, por ejemplo.

Pues mira, estaba el horno… Cuando pasa el autobús para acá, antes de llegar al mercado en la misma esquina había un horno, allí íbamos mi cuñada y yo a comprar toda la vida el pan, toda la vida. Que el hombre se llamaba Manolo. Enfrente del… que entonces había un refugio, había un refugio ahí que tenía unas cuevas… Eso también lo quitaron, pues había una tiendecilla, Manolo, que mi cuñada y yo siempre hemos ido a comprar a Manolo. Siempre. A la tienda ésa de Manolo y aquí en esta calle, al final había una tienda, pues para los olvidos que ahí estaba el señor Antonio y la Rosario, que era la mujer. Ahí mi cuñada y yo… nos íbamos, ahí toda la acequia adelante, que entonces había una acequia, a comprar al horno y a la tienda, siempre hemos comprado en la misma tienda las dos. Y en el mercado, entrábamos al mercado y había una mujercilla, muy mayor ya también, y siempre tenía de todo, tomates y to. Y siempre le comprábamos a la misma, a la misma. Ya teníamos… [risas]. Ya teníamos a donde teníamos que ir. No había muchas tiendas, no. Estaba también otra tienda yendo pa la playa antes de llegar a ésa, que le llamaban la Chestana. Ahí también había de… vendían de todo. Estuvo muchos años también ahí esa tienda. También había aquí una sucursal, ahí enfrente, la señora María, que lo traía el pan de Rafaelet. Entonces estaba era cuando… a lo primero, y pusieron una sucursal aquí, la señora María estuvo muchos años ahí también, y ahí íbamos también a comprar el pan, algunas veces, nos pillaba enfrente y íbamos ahí. Sí, ahí había una sucursal de pan.

¿Sabe un señor que le llamaban Curro? El Curro, que tenía vacas…

Ah, sí, sí, sí, sí, sí. Ese estaba… A ver cuando vas a entrar a Consum, no por esta calle sino por la otra que entras, a donde… Pues ese hombre tenía por ahí una cosa muy grande, pues sería un corral grande, el corral, sí, sí, sí, sí, sí. Que tiene puerta aquí a la calle Mayor, tiene puerta a la calle Mayor. Y le daba… el corral le daba allá, al otro lado. El Curro, sí.

(…) Había muchas cosas, no como ahora, porque ahora está todo más… Pero no, había muchas cosas de… un poquito de cada, pero sí que había, sí. Había un poquito de cada [risas].

No habrán tenido tiempo ustedes con el trabajo que tenían de estar… de ser clavarios del Cristo o de la Virgen, o…

Ya le digo [45 min.]: cuando más fiesta era, más teníamos que estar allí, porque era cuando teníamos la venta. Cuando estábamos allí en las fiestas. Llegaban las Fallas, pues allí hasta que tiraban la cordá las carretillas aquellas que tenías que cerrar la puerta, pues así que terminaban nos veníamos a casa. Y mi marido venía todas las noches con el cajón del tabaco y el dinero, así al hombro, y no será que… es que nadie, nunca, nunca, nunca… no le ha pasado nunca nada y él venía todas las noches con su dinero y el cajón del tabaco, el cajón del trabajo se lo traía. Y luego llegaba que venía y teníamos… algunas veces nos daban el papel en el banco pa liar los duros, los veinte duros, las pesetas… todo aquello lo liábamos en paquetes y luego lo llevábamos al banco. La faena después cuando venía era ésa: enrollar, enrollar el dinero. Alguna vez cortaba papel blanco él, lo cortabas y lo enrollabas bien. Luego le daba así por un lado y por otro para que no sé… y otras veces le daban… los papeles se los daban en el banco ya con lo que tenía que poner. El dinero que tenía que poner ahí en el papel.

Claro, porque ahí era moneda, mucha moneda pequeña, los niños…

Era los regalillos aquellos de bujero, las pesetas… estaba el duro, las 5 pesetas. Había otras de veinticinco pesetas, había otras de cien pesetas. Ésas no las liabas porque de esas había menos. Lo que más había era chatarrilla, chatarrilla.

Los niños, pues los que llevan.

Sí, claro. La peseta, el duro… y así así. Ahí eran muy seguido, siempre. Los críos, como no había otro quiosco, al señor Pascual, al señor Pascual.

Bueno, el momento en el que nació usted y también su marido sería un momento difícil para estudiar. No sé si tuvieron oportunidad de ir al colegio, en el pueblo…

Yo al colegio en el pueblo, la verdad, he ido muy poco. Yo sé escribir y leer. No sé, la verdad es que no sé mucho. Porque mira, mi madre se iba al campo y mi padre, y yo me tenía que quedar en mi casa –siendo pequeña– a cuidar de tres hermanos. Ellos iban al colegio, a lo mejor, y tenía que hacer la comida, mi madre me decía lo que tenía que hacer para cuando ellos vinieran, y yo la verdad es que al colegio no he ido…

¿Era la mayor?

La mayor no, había otro más mayor que yo, otro más mayor, pero al colegio… había tres más pequeños que entonces me tenía que quedar al cargo de ellos y al cuidado un poquito de la casa, que mi madre me decía, esto, esto, esto. Y sé leer y escribir. Me defiendo para leer y para escribir y a mí no me digas de cuentas muchas que yo tampoco sé. Para qué voy a decir que sé si no sé.

Claro, era mala época.

Si yo tenía que estar en casa siempre. Es que se iban al campo y te tenías que quedar con ellos, te tenías que quedar con ellos. Y la madre te decía, pues mira, haz esto o haz lo otro, o pon esto o pon lo otro… La lumbre, ten cuidado con la lumbre, ten cuidado con los hermanos… Y ellos se tenían que ir porque tenían que traer para darnos de comer, tenían que ir todos los días.

Tenía yo una duda…

A ver [risses].

¿Los novios aquí sabe dónde iban?, porque yo he oído algo del puente de Astilleros, ¿puede ser? Que la gente iba al puente… No sé, se paseaban por el puente.

Pues sí era el sitio para pasear los novios también [50 min.].

Claro, claro, cada puedo tiene su zona. Tiene su… Ay, mira, eso es curioso.

Sí, sí, se iban para allá pal puente o para allá para las Moreras, o no sé. Yo no he llegado, porque como iba el novio a verme a mí allí a donde estaba, pues nosotros paseábamos por allí por el centro de Valencia. Pero sí, sí que se…  Sí que sería, o será, no sé, bueno ahora no. Ha cambiado todo mucho.

Cogen el coche y se van por ahí. Pero la boda sí que la hicieron aquí, ¿o no?

No, la boda yo la hice… me casé en Valencia. Y la boda, pues yo me vine después de casar aquí y un tío de mi marido hizo la comida para todos, en la casa que vivían ellos ahí, que lo tienen las hijas.

Que harían paella, imagino.

Paella, aquí lo normal es eso, paella. Aparte no estábamos nada más que la familia y… o sea, que no fue…

No era como ahora, doscientas personas.

No, no, había menos.

¿Y también se casaban muy de mañana y todas esas cosas?

Yo me casé por la mañana. Por cierto que llovía. Dicen que “novia lluviosa, novia dichosa” [risas]. Dicen, dicen eso, no sé, no sé yo si es verdad o mentira. Estaba lloviendo cuando me casé y me casé en San Valero, al lado del mercado de Ruzafa. Hay allí una iglesia que es muy bonita, allí me casé, que yo vivía una calle más… vivía allí.

(…) Y el mercado de Ruzafa, madre mía, qué mercado hay ahí. No sé ahora cómo está, yo antes iba a comprar allí, cuando estaba sirviendo, iba a comprar allí. La señora tenía ya las paradas que tenía que ir a comprar. Ya las tenía ella…

Pues el mercado funciona, está muy bien aseado ahora, está muy bien. Sí, sí, está muy bien, muy activo. Sí, sí. (…) ¿Usted se casó de blanco?

No.

De negro.

Me casé… porque hacía poco se había muerto mi madre. Me regalaron el traje, la señora de arriba me regaló el traje, y me dijo, “¿cómo lo quieres? ¿blanco?”. Y yo digo “no, porque mi madre hace poco que se ha muerto…”. Negro, fui de negro. Que ahí detrás tengo la foto, ahí tengo la foto.

Claro, era muy habitual el casarse de negro.

Me parecía que hacía un crimen al casarme de blanco, haciendo poco que se había muerto mi madre. (…) Mi hermana también se casó de negro. También se casó de negro.

(…) Mi padre murió con 96 años. Lo he tenido dieciocho años yo aquí, se murió mi madre y me lo traje. Y cuando se ponía malo lo tenía… mi yerno era el que lo llevó a hacer… el marido de mi mayor, y cuando estaba allí a la ventanilla iba y daba el eso y decía, siempre le decían “¡cuántas cosas tiene usted que contar!”. Tenía la cabeza muy bien también, ¿eh? Tenía la cabeza muy bien.

Ah, ¡es de familia!

Muy bien, muy bien. Y decía “¡pues si me pusiera a contar!”. Con noventa y seis años, tú me dirás a mí.

———

[1] Els vídeos als que ens referim estan publicats en https://natzaretpedia.com/arxiu/investigacio-25-anys/
Concretament Pascual apareix en el minut 4:40 del vídeo resum de les sessions de col·loqui parlant de la conversa amb Lizondo. Hi ha un vídeo més ampli, del mateix grup de persones, publicat en la mateixa pàgina i titulat Primer col·loqui (dimarts 28 de març de 2000).

Entrevista a Pascual, l’home de Nieves

Entrevista al Periòdic Natzaret. Correspon al número 44 (maig-juny 1990), p. 2. L’exemplar complet i la resta de números poden consultar-se a la publicació Col·lecció periòdic «Natzaret»:

Nom/Cognoms Nieves Donate Tébar
Títol  Nieves Donate, la del Quiosco
Data de naixement Diumenge 16 d’abril de 1933
Temàtiques veïnat, dona, comerç
Data i lloc de l’entrevista  Dimecres 21 de juny de 2023, casa de l’entrevistada
Equip entrevistador  Etnopèdia (Laura Yustas, Nelo Vilar)
Data publicació Natzaretpèdia Dijous 6 de juliol de 2023
Enllaç https://youtu.be/WhEiJChV1hk
Extracte  https://youtu.be/jhoDZbDSI3E
PDF

Entrevista a Pascual, l’home de Nieves

Entrevista al Periòdic Natzaret. Correspon al número 44 (maig-juny 1990), p. 2. L’exemplar complet i la resta de números poden consultar-se a la publicació Col·lecció periòdic «Natzaret»:

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